“Pantaleón y las visitadoras”
Una gran historia basada en hechos reales, según Vargas Llosa, conoció esta historia por sus numerosos viajes a la Amazonía peruana, durante los años 1958 y 1962; el General Pantaleón Pantoja, como dato curioso, le llamó por teléfono al autor para averiguar cómo había conocido su historia y para hacer una cita con él, pero el escritor, quien es fiel a su idea de que los personajes de ficción no deben entrometerse en la vida real, nunca se permitió conocerlo.
Historia novelesca, que entreteje y muestra de una manera explícita y real, la hipocresía de las instituciones que se llaman ejemplares y del oficio más viejo del mundo; sin herir susceptibilidades, es posible mencionar, como las instituciones que tienen un mayor deber de educación sobre las personas, aprovechan de su poderío, para hacer y deshacer, para realizar labores fáciles sin obtener de parte de nadie un no rotundo, o simplemente, para hacer lo que quieran sin necesidad de tener que adquirir un permiso.
Acá podemos ver claramente, como se va desencadenando el eterno deber que existe entre la verdad y la mentira, entre la necesidad y la virtud y los perjudiciales resultados que pueden traer estas contradicciones que en ocasiones, permiten que los valores fundamentales del ser humano se pierdan.
Desde un punto de vista más humano, también es relevante resaltar las necesidades que todos los seres tenemos; quizás, esta historia quiere mostrar esto, quiere deslumbrar las necesidades sexuales que el hombre tiene en cualquier momento de su vida, sin diferenciar su rango social, su ocupación o su raza.
Trayendo a colación la parte en la cual eligieron a Pantoja como el dirigente de la misión para satisfacer las necesidades sexuales del grupo de soldados destinados en este lugar, y viendo que fue escogido para realizar dicha misión por ser un militar modelo, sin vicios, ni hijos, podemos observar, cómo pese a los valores y principios que una persona puede tener, y por mas rectos y derechos que puedan ser, las necesidades personales, muchas veces poseen, un mayor poderío sobre estas características que podríamos llamar como: “intachables”, haciendo que las personas, pues dejen de lado la moral y la tradición, solamente por dejarse llevar por sus instintos.
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